¡DIOS EL MEJOR PINTOR!

  Vivo admirando la naturaleza, contemplando el mar diariamente, su belleza cambiante y misteriosa, sus provocativas olas ejercen magnetismo sobre mí, no me canso jamás de llenar mis ojos con su inmensidad. Así mismo me deleito en la contemplación de los atardeceres como mariposas que abren sus alas multicolores convirtiendo el cielo en la paleta de Dios que  dibuja el techo Universal entre naranja, violeta, rosado y azul. No hay un mes que me pierda la belleza de la luna llena. De tanto observar cada detalle llegué a la conclusión que no hay atardeceres más hermosos que los del mes de Octubre pero la naturaleza es tan sorpresiva como lo somos los seres humanos y en mi fiel contemplación de ella me he dado cuenta que desde Noviembre del 2009 la luna llena comienza entre un color dorado muy fuerte hasta casi naranja, simula un sol,  hace meses que no es pálida o como cera blanca su faz. ¿Estará enamorada?

  Hace dos días vi algo por vez primera y ante mi admiración no deje de comentarlo con las amistades que sé son tan románticas y apasionadas como yo y para mi asombro ellas ya habían contemplado lo mismo hacia años atrás. Se trata de dos Arco-iris, ni siquiera había escuchado hablar sobre eso pero el 27 de Febrero de este 2010 fui hacia el balcón como todas las tardes y desde el medio de la sala vi aquella magnificencia de colores fuertes como no había visto antes, que con sus extremos llegaba del cielo al mar y mas atrás como su sombra mas corto y nebuloso otro arco-iris. No considere justo que pocos pudiéramos disfrutar tanta belleza y aún lamentando perder por segundos tan deslumbrante visión corrí a llamar a los vecinos que tienen sus balcones al lado opuesto. Tomé fotos para no olvidar las maravillas que podemos disfrutar sin costo alguno y agradecer los obsequios de Dios unidos al don de la visión. Un día después (AYER) a las siete de la noche aquí en Miami Beach fui a mi palco principal en el teatro de mi mundo a ver la luna llena, no tuve necesidad de levantar la cabeza ni siquiera la vista, allí frente a mí, sobre el mar, enorme, bella y dorada estaba la luna haciendo gala de su sensualidad y demostrando el por qué se le asocia con los enamorados y dejando constancia que no es por voluble o fría, inconstante o enigmática por lo que se jura ante ella para en un incumplimiento tener la justificación de “Hasta la luna cambia” Es por profunda y aunque crece y desciende como el amor también aun solitaria y distante continúa prodigándolo. Anoche parecía que se había bañado en el mar y emergía húmeda y al mismo tiempo ardiente ya que repito no se veía blanca si no dorada y sus bordes rozaban las finas y transparentes nubes como jugando a secarse. ¿Habrá acariciado a los delfines, o besado a Neptuno y a los hijos de este los Tritones? Quizás le hizo una confección a una amiga sirena o una promesa a una estrella de mar de subirla hasta el cielo a su lado para ver de cerca un hermoso lucero que en noches claras le regaló algún guiño. Lo que haya sucedido la hizo feliz y se veía radiante. Es mi deseo creer que al verme admirarla tan cerca del mar me regaló una sonrisa y un mensaje ¡El sol está en tu signo, es tu tiempo, disfrútalo!

Hoy primero de Marzo el mar continuaba viéndose azul pero a pesar de ser un azul de mar, era de un color muy fuerte sin ser oscuro mas bien parecía metálico, nítido, de un solo color uniforme, tranquilo, daba la impresión de estático, como un solo paletazo en un trazo firme y las nubes no eran nubes densas ni como reguero de trozas de algodón, semejaban estelas transparentes de gasa o hechas de aquella hermosa tela tan usada por las quinceañeras llamada Chantu cristal.

Existen muchísimos museos en el mundo famosísimos con obras de arte invaluables de artistas incomparables que me gustaría tener la dicha de poder visitar sin embargo hasta que Dios me dé esa oportunidad continuo en mi museo particular ensimismada siempre en la contemplación de las maravillas cambiantes de la naturaleza a mi modo de ver, creaciones del mejor artífice. ¡Dios!.

BLANCA M SEGARRA
Compartido por Rene Leon