Cuando uno ya no tiene fuerzas para escribir, tiene que recordar.
Cuando uno ya no tiene fuerzas para fotografiar,
tiene que ver con los ojos del alma.
Cuando uno ya no tiene fuerzas para leer,
tiene que estar lleno de narraciones.
Cuando uno ya no tiene fuerzas para hablar,
tiene que resonar.
Cuando uno ya no tiene fuerzas para andar, tiene que volar.
Y cuando llegue la hora,
uno tiene que desprenderse de los recuerdos,
de los ojos del alma, dejar de soñar,
callarse y plegar las alas.
Pero pase lo que pase, sigue la narración, sigue
Eeva Kilpi (Carelia)
Compartido por Jaime Arturo Martínez
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