No amasé fortuna ni presea alguna,
no dispongo de riquezas rabaneras,
no resido en mansión tan ostentosa,
solo he vertido cada año, bondades
ennoblecedoras con tanta humildad,
nutro diariamente de bellos- rosales
al corazón, que está, lleno de avidez,
y encendido absolutamente de amor.
¡Emerge la gran brillantez luminosa!
Brota la luz de: sencillez y modestia,
y zurcido de sapiencia y experiencia.
Un corazón lumínico es tesoro único,
tan invalorable tan especial tan bello,
la maravilla más deseada del mundo.
Julio César Portella Medina -Perú-
No hay comentarios:
Publicar un comentario