martes, 29 de enero de 2019
QUEDA EL VUELO
Simiente y piedra
raíces de cordilleras
junto a tu majestuosidad
tierno se siente el agua
de la lluvia o del perdido arroyo.
Sobre tu epidermis dispareja
donde el viento furioso
azuzando, silbando perfila
tu faz que de tanto espanto
hasta cruje la frialdad nocturna.
En estos páramos recreo
a las penas mediterráneas
que heredé del mal paso que di
al tropezar en el acantilado vertical
e insondable de tanta indolencia.
Cautivo en la inclemencia
crucial de veranos e inviernos
sólo queda lejanas, aquellas
alas con cuales las palabras
remontaban horizontes y mundos.
Acaso, entonces no será necesario
alisar cada pluma aún sobreviviente
y en cada amanecer con los rocíos
iluminar de nuevo a cada vocal y
palabra a palabra seguir a Ícaro.
Orlando Ordóñez Santos
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