He entrado en erupción.
Una lava ardiente escapa
por mi boca y quema el papel.
He dejado unas huellas
de cenizas entre las rosas.
Acercarse a mí es peligroso
porque la lava sigue fluyendo.
Si te toca, te quema,
te destruye, te devuelve
a tu estado primitivo.
No sé cuando acabará
este deslavar continuo
que lentamente me abrasa.
Además ni la lluvia viene
a socorrerme porque mancharse
rehúsa del gris de la ceniza.
Desolación a mi alrededor.
La lava destruye vorazmente.
Ni yo me siento a salvo.
Espero sobrevivir pero no lo tengo
nada, nada, claro.
La lava también a mí
acabará quemándome.
JOSÉ LUIS RUBIO
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