En el jardín de la melancolía,
donde el candor de una mariposa
duele como el reproche de una esposa,
¡una nostalgia se volvió poesía!
Al ver su sombra, donde mi alma ardía,
quise saber que lengua pegajosa
deja un beso en el cuello de una rosa:
¡moja tinta en los ojos de esta arpía!
Cuan grande no sería mi sorpresa,
al ver que el rostro oculto por el velo,
¡era mi alma de cisne que regresa!
¿Oh, corazón, no vino ayer a verte
un novio negro, que se tiñe el pelo
de rubio: y es el Ángel de la Muerte?
Antonio Ramos -ESPAÑA-
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