lunes, 3 de diciembre de 2018

TODO POR LA AUSENCIA


¡Qué bochorno en la escena de televisión!

Una de las concursantes del realitie de moda más discutida y polémica Mónica Hoyos, se disponía a traspasar la barrera exterior de una casa Gran Hermano Vip para encontrarse con su anterior pareja Carlos Lozano.

El presentador muy aclamado en otro tiempo por obra y gracia de  Operación Triunfo no dudó en dirigirse hacia ella con la ferocidad de un león antes de acorralar a su presa. El espectáculo no pudo ser más bochornoso, diga lo que diga Mediaset, un ex marido colérico e imposible de disuadir soltaba improperios con la excusa de que tenía una costra que sanar. No es cuestión de analizar aspectos de su profesionalidad, la cual no importó a la hora de dar cobertura a un realitie. 

Aquí lo que hay que exigir es que un medio de comunicación que llega a tantísimos espectadores tomé medidas para que no se viralice ese tipo de comportamiento, donde se sobrepasaron ciertos  límites y por un momento asistimos impotentes a que las palabras y los gritos dieran lugar a un segundo nivel. No me corresponde saber de la vida de Mónica Hoyos, Carlos Lozano o Miriam Saavedra, protagonistas del trío más histriónico de Telecinco pero sí de otras mujeres que sufren en sus carnes la huella del maltrato físico y psicológico.

En lo que va de año las cifras de víctimas asesinadas ya suman 40, tres de ellas menores. Parece que todo va incluido en este concurso. Gritos, escenas de violencia verbal demasiado próximas, como consecuencia de unas relaciones extramatrimoniales a dos bandas. El esperpento consiste en que la cadena amiga encierre en un cuarto a tres personas enfrentadas a su propia batalla personal y que expongan sin ningún tipo de consideración el derecho que tiene una menor a su propia protección y no ser un argumento en defensa de sus propias miserias.

Y como broche final se autorice el enfrentamiento de una tercera en discordia para mayor regocijo del respetable. A todo lo anterior hay que  añadir cortes sistemáticos en publicidad y la vergüenza reflejada en la cara  de una profesional encargada de dar información proveniente de la casa no fuera a ser que la situación se escapara de las manos y nos aventuráramos a cerrar de un golpe el mando de televisión.

María José Solano Jiménez

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