domingo, 2 de diciembre de 2018
SIQUIERA
Déjame siquiera un suspiro de la tarde, no te lleves tan pronto la belleza, no me arrebates el encanto, la magia y la sensación de no estar sola en la inmensidad perenne de la vida sin tu luz resplandeciente.
Déjame siquiera un hálito de tu aliento, un trocito de ti enredado como hiedra que aprisiona los sueños y las ganas de estar juntos, trepando los muros que nos separan.
Déjame ser siquiera, quien no te olvidará jamás y, en el portal de mi casa, ser quien siempre te espera.
Déjame ser siquiera el aroma de las violetas que regabas con el intenso amor de noviembre, cuando reías conmigo y yo a ti me abrazaba.
Déjame siquiera, aquel beso en la arboleda, el amor humedecido entre cascadas y pinos; cuando fuimos mariposas que volaban contra el viento sobre el río.
Déjame amor mío, hallar consuelo entre recuerdos y olvidos, bajo esa sombra tan tuya y tu mirar tan tranquilo; déjame ser siquiera... de tu amanecer de hoy, una gota de rocío.
Lyda García Espinosa
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