martes, 4 de diciembre de 2018

PARTE DE MÍ


Esta mañana he mirado al mar,
conteniendo mi frágil locura,
derramando una lágrima
sobre las olas de la orilla,
y viéndola partir con la marea,

ya tiene el mar una parte de mí,
esa loca lágrima robada
y alejada hacia algún lugar
donde se confunde con la luna
y el brillo de su recuerdo,

¿cuántas lágrimas contiene el mar?
¿tantos han vertido tanto en él?
¿o sólo yo he medido mi locura
con el contenido salino
de una lágrima que se lleva el mar?

luego, con la luna reflejada en el mar,
deliro en el brillo destellante,
igual que recuerdo sus miradas,
inquietas y centelleantes, deseadas,
ininteligibles en su esplendor,

ya sé que todo esto es una locura,
si, la gran locura de un corazón roto,
como todos, como alguno que me ve,
son estas locuras de amor que vuelven
como las olas de ese mar, lleno de lágrimas,

permitidme pues, estar loco,
sólo lo justo para delirar y soñar,
permitid, que pueda reír y llorar,
en esta tristeza que envuelve todo,
y se lleva la alegría entre las olas;

confieso que suelo ser algo bohemio,
nocturno de faroles y neones apagados,
paseador errante sobre charcos helados,
y un poco solitario de una vida,
que el tiempo me ha robado entre perfumes,

así, mi locura, no es más que una paloma,
que porta una ramita de olivo, y enjaulada,
se resiste a soltar la ramita de su pico,
y aún sedienta, aún hambrienta, cansada,
mantiene la ramita en su cruel tortura,

es cierto que bebí el vino de las rosas,
y volé surcando el cielo en libertad,
sin buscar nada en concreto, quizá sólo el aire,
que refrescaba mi cara con las brisas de invierno,
y las tormentas de los veranos en mi isla,

y me doy cuenta, que ya es de nuevo la mañana,
ha pasado el día y la noche, aquí en la orilla,
el borde de la seguridad terrenal, junto al vaivén
de unas olas que arrastran mar adentro
parte de mi alma, de mi olvido, y de mi ayer.

Angel L. Alonso 

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