Lejana estás de mí por la distancia,
y ajena a mi fervor y a mi anhelo,
mas tu recuerdo, -aroma, olor, fragancia-,
inunda mi alma en noches de desvelo.
Tu figura, trasunto de elegancia,
esplende intacta de mi mente al vuelo,
aunque el tiempo con rígida constancia,
entre tú y yo descorre un ancho velo.
Tal vez nunca sabrás cuanto te quiero,
porque jamás mi voz cerca a tu oído
ha musitado lo que ha tiempo espero.
Y seguirás por siempre indiferente
sin sospechar lo mucho que he sufrido
por este amor secreto y tan ardiente.
ABEL RIVERA RAMOS
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