miércoles, 26 de diciembre de 2018
16 / AMA DE CASA / EL COLOR DE LAS LUCES / NÍSPERO / CON OJOS DE NIÑA
16
duelen las uñas de mirarme a los ojos
y me callo anclada
en los lodos malos de la patria
sin plata
ni río
todas las horas que en vano te esperé
país
sin que te quedaras
¿dónde más voy a ir?
me duelen las lenguas
no doy más
no me dan
pido pan
pido paz
me caigo de las nubes
no llego nunca al cielo
hundida en esta desaparición
en esta tierra
que me olvida.
Del libro “La sumergida”
Ama de casa
Cocer la masa, excusa
para golpearla antes, retorcerla
como al cuello de la gallina sacrificada,
a la trenza de una hija pequeña.
Cocer la masa, epílogo
de mazazos que derraman harina
en toda la alacena. Marcas dejan,
como las caricias del hombre de la casa.
Cocerla y ver su forma
henchiéndose caliente, torturada
por perder su condición de cosa cruda.
Por la tarde, servirla en un plato con flores
pintadas en la losa blanca. El té
hirviente sobre el mantel de lino.
Y que admiren mis serenos modos
de revolver
con la cuchara el azúcar.
Del libro “Gallina ciega”
El color de las luces
Tan fácil nombrar las cosas sin nombre,
¿pero qué palabra del aire o de la tierra
dar al cuenco de tus manos?
Pasa algo sin existencia en el lenguaje.
Lo verdadero se revela.
Me inclino.
Llovizna sobre las mieles
del verano. Y no aparece
esa palabra.
Para qué explicar
el color de las luces
si por fin relumbran.
Bajo su halo, en silencio,
esperaré
a que termine la lluvia.
Del libro “Tierra”
Níspero
Del jardín algo cesa.
Al camino de grava
percude el césped
en su conquista del espacio.
Quizá convenga
el próximo desbarajuste.
A veces las apuestas fracasan
y se impone comenzar de nuevo.
Como la efigie de un níspero,
pequeño y áspero, tras una verja
ajena. Fuente de los alquimistas
que desata los nudos.
Del libro “Tierra”
Con ojos de niña
La cofradía verde de los árboles
vuelve a enamorarme. Esas copas
acompañándose como al compás
de una mazurca de Chopin
son las del barrio obrero de la niñez.
Toda la familia estaba viva
y dispuesta.
Hablo de las ramas
cuando se entrelazan
como la sangre.
De las cosas que uno se olvida
o ni siquiera conoce.
Y aun así sostienen el nido,
entibian un gorjeo.
ALICIA SALINAS -Argentina-
Compartido por Rolando Revagliatti
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