martes, 27 de noviembre de 2018
LAS CAVILACIONES DE UN ÁRABE EN EL DESIERTO
Hasta el ángulo en sombra que hay entre el camello
y el desierto, donde sueño en su escasa sombra;
sueño al despuntar la mañana,
funjo intermitente de árabe sin hurí,
me llega el dulce trino de una alondra...
Ella dulcemente me saca del sopor y me recuerda
que la senda aún es larga;
con un tímido ensayo de gorjeos vacilantes
y un titubeo de sol entre las cortas orejas de la camella.
¡Gracias creador del sol y del día,
oh, buen hacedor, proporcióname un oasis,
con palmeras de ricos dátiles,
abundantes y frescos manantiales!
Gracias por la buena nueva,
que esta embajadora con su trino
me ha traído un mensaje de mayo florido;
gracias porque el timbre de su canto
me recuerda que el desierto tiene fin...
Y porque el sol que tiembla en sus alas es el mismo
que alumbra y calienta a mi mulata;
que baña los olivares de la roja tierra donde nací,
y el pantano azul que riega aquella mi tierra.
¡Gracias porque el trino
de esta alondra me recuerda
que aún estoy vivo, aunque casi no hay vida
en esta tierra por la que camino...!
RAFAEL CHACÓN MARTEL
No hay comentarios:
Publicar un comentario