Hoy me otorga la noche
su lamento más triste, su balada
de luces condolidas:
la luna, las estrellas, las farolas...
Nada escapa al dolor, ni el aire
que gime en los tejados
ni el ruido intempestivo
de unos pasos anónimos.
El búho de la sombra
es un quejido hondo, una
espesa lágrima de bronce:
sollozan las maderas,
llora el perro, los árboles
alientan sus tambores fúnebres...
Sí, todo tiende al llanto:
ése que brota en las paredes
delgadas de la pena original.
Del libro Hojas lentas de otoño, escrito a la muerte de mi madre. Premio Ciudad de Torrevieja 1997. Mariano Estrada
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