Ardor en tus besos fueron excusas
incendiarias teas llenaron mi mente,
y sin pretenderlo, así de repente,
se hizo el hacer de mis manos intrusas.
Sentí el roce de mis manos intrusas
entrando a ésa, tu fruta prohibida,
y abrió la fuente, fuente dormida
dejándome probar sabias reclusas.
Llegaron a mí, tantas sensaciones,
que se acumulaban muchísimo más
al sentir en mi piel, tibias convulsiones.
Te juro que no son ideas ilusas
sino firmes y tan dulces deleites
que dejan en ti mis manos intrusas.
Roberto Batista Pargas.
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