Aquellos del desamor.
Del tul de la monótona
gris,
cansada,
lluviosa.
Mis huesos crujientes
hurgaban los espacios.
Rompían los silencios.
Quebraban las soledades,
que venían acompañando
a los pájaros de cada amanecer.
Ahí en ese lugar
del suspiro sutil,
de la esperanza
reflejada en los espejos
del universo.
Entraste tú...
E. Alicia Junco -Argentina-
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