Anochece,
una luz desaparece
y se ausenta
más allá del horizonte,
dando paso a la luna
que muy quieta y lenta
anduvo el día apagada
y por entre los montes,
discreta y enamorada
ve partir al sol
mientras besa
el cielo de los dos.
Ahora, vigilante y atenta
a la tierra ilumina;
bello jardín del amor
donde en silencio germina
la flor de los dos,
de los dos.
Lyda García Espinosa
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