jueves, 30 de agosto de 2018
UN GRAJO EN LA NIEBLA DE LA CIMA DE LAS GRAJAS
Un grajo entre los peñascos salta
como una mancha de tinta en una sábana;
como un cimanco sin fondo y sin cubeta
donde las aguas se quejan mientras graznan,
las chovas en la cavidad de la cima de las grajas.
Sus plumas son carbón para aquel horno
que de las bullangueras grajas se alimenta;
y sus ojos faros de lumbre que dejan a las promesas
sin cumplir y al pastor sin su relajo.
Bate sus alas tenebrosas sobre el Algarín en calma
la oscuridad del día sobre una clara piedra;
y con sus garras de acero, al rojo vivo
ardientes relámpagos en la oscura noche.
La cola del siniestro grajo en la tormenta
es el amenazador timón de los desastres;
y sus patas invictas chimeneas
por donde asciende el humo de los siglos.
Y el pico, -Por último- es un usurero dañino,
que se clava en las necesidades de la serena sombra;
con su cresta como una bravata inconformista
coronando el negrísimo atavío de la cima...
Como un martirio sin alivio
donde la noche inclina su balanza;
el siniestro grajo en la oscuridad,
un espejo con alas de obsidiana perdida...
RAFAEL CHACÓN MARTEL
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