Hay que cuidar el Ranchón
rimado de dulces sueños
que es para los pinareños
grande como el Guajaibón.
Hay que darle el corazón
para que el pueblo lo entienda,
no sea que un ciclón sin rienda
le parta la cujería
y Celestino García
se nos quede sin vivienda.
FELIPE PEREZ ALVARADO
Publicado en Bajo la luz del verano
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