miércoles, 1 de agosto de 2018

HAMBRE


Hambre Había visto muchos anuncios en la TV de Organizaciones pidiendo ayuda para el Tercer Mundo. En ellas nos mostraban a niños demacrados, que parecían medio muertos de necesidad, sin embargo no fueron ellos los que me hicieron comprender lo que era realmente el hambre, lo logró un hombre en la ciudad en la que vivía, sin necesidad de anuncios diseñados al efecto . Mi mujer me había encargado que comprara en el Súper que estaba enfrente de mi domicilio que comprara un pollo. Miré por el balcón, para ver si estaba abierto y un hombre que se encontraba entre dos coches llamó mi atención. Al principio pensé que le había pasado algo y se había desmayado, pues su apariencia me lo hizo creer, por lo que cogí el teléfono para llamar al 112, pero un vecino que salía de la tienda, me hizo desistir. Llevaba en la mano una barra de pan y se la dio, aquel hombre, que aunque se podía ver qué estaba muy pálido, no presentaba el aspecto comatoso de los pobres críos de los anuncios, la agarró, como lo hace un náufrago a la madera que le puede salvar la vida, y le dio un mordisco que casi la parte por la mitad y en dos bocados la terminó. Mi esposa me llamó en aquel momento preguntando: -¿Está abierto? - ¿A qué te refieres? –contesté. Pues ya ni me acordaba de lo que me había dicho. - Al Super ¿Está abierto? - Sí, ya bajo. Cogí la chaqueta y bajé. El hombre estaba allí comiéndose otra barra de pan, con más mesura. Su rostro reflejaba todo lo que sentía, agradecimiento por un lado y algo más. Algo que, pueden llamarme insensible, pero no me habían conseguido comunicar los anuncios de las O. N. G, lo que era el HAMBRE, con mayúsculas. Lo miré, entre en el súper, compré una barra de pan, un trozo de jamón y un bote con una bebida y se lo di. Cuando llegué a mi casa tuve que bajar de nuevo a cumplir el encargo de mi mujer. Se me había olvidado de nuevo.

Claudio Aldaz Riera

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