lunes, 2 de julio de 2018

HAMBRE


El hambre, como la muerte,
no hace falta sentirla en la boca del estómago,
ni siquiera oírla a la espalda.
El hambre se mastica en el desierto
de una dentadura en equilibrio
mientras encaja a dentelladas
las dos parábolas del miserable destino.
No huyas del cuerpo retorcido entre cartones,
ni del que abre una mano a tu paso
y se ofrece tras el escaparate de sus huesos.
Cualquier esquina es buena
para que nos asalte la pobreza
y sin más caer al suelo,
con el desgarro de la nada,
sabiéndonos heridos,
con un regusto a sangre en la garganta.
Solo en el suelo estamos
a su misma altura.

CARMEN VARGAS
Compartido por Edic Ábrego

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