jueves, 26 de julio de 2018
ESA MIRADA QUE HABITA MI ALMA...
A veces una simple mirada puede cambiar el curso de la historia. Ese brillo tan especial que irradiaron tus ojos al contemplarte por primera vez... fue un golpe directo al corazón.
Esa mirada tan expresiva, hablaba por sí misma, sin necesidad de expresar palabra alguna. ¿Fue un hechizo... un conjuro... un sortilegio... que se adueñó de mis sentidos?
Una mirada tuya... fulgurante, insondable... irresistible...
Un resplandor que iluminó mi existencia al punto de conquistar mi espíritu con tus singulares encantos...
Verla... era una fiesta para mis retinas... Sentir su voz era la sutil melodía que hacía vibrar las cuerdas de mi alma...
Nunca olvidaré nuestro primer encuentro personal. Como el primer roce de tu piel que olía a flores silvestres... como el primer beso, que sabía al más embriagador néctar...
Su mirada encendida fue la puerta de entrada de un amor que pudo colmar un vacío existencial que amenazaba mi paz interior...
Evocar tu rostro eleva al poeta al sitio en donde se tejen los sueños... en donde la ficción se hace realidad y donde tu fresca presencia anima y rejuvenece a mi otoñal espíritu... avivando un fuego que parecía apagado...
La ternura de tus suaves caricias fue el bálsamo que curó mis sufrimientos pasados. Y recorrer tus cautivantes contornos despertó en mí un sinfín de sensaciones placenteras...
Nuestros cuerpos en un deseo frenético... y nuestras ansias impregnadas por el vehemente afán de haber encontrado el sentido a nuestra vida...
Te añoro con alegre melancolía... en la profunda complacencia de mis versos, que hoy te reviven en mis recuerdos...
Habitas en mí... Tu mirada ha quedado atesorada en los murales de mi alma... sumida en una especie de locura, éxtasis y delirio...
Ojos de cielo... no me abandones. En ellos me reflejo...
Ojos de cielo... que toda mi vida poblarán mis sueños...
Jorge Daniel Pérez -Argentina-
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