sábado, 30 de junio de 2018
EL RECADO
Me fiaron un recado,
en un contrato estipulado,
para entregar a una persona de la nobleza,
ahí encontré la rareza.
Un simple mozo de ciudad
a un palacio de un noble,
supuse que por mi humildad
y habituado a los redobles,
pues es el pan nuestro de mis días
con calor y alegría.
Entre en la fortaleza,
se respiraba a nobleza,
pero no asfixiante,
sino más bien elegante.
Entre por la puerta de servicio,
pues era ese mi oficio,
ofrecer a la clientela,
que por norma general,
me dan ciruelas,
pues me encantan, son mi perdición,
y ellos me dan su bendición,
por un porte bien tratado,
y en un horario marcado.
Me atendió Vicenta,
la encargada de la cocina,
y estuvo muy atenta,
a todos los que se avecinan,
dando una sonrisa, de recepción,
y un sollozo de despedida
tener una pequeña conversación,
la tenía entretenida.
Mientras se presentó el marqués,
y le pregunté “¿Ese quien es?”,
me hizo callar,
para luego contestar,
es el amo del castillo,
que como puedes ver tiene mucho brillo,
pues lo quiere inmaculado,
para ser hombre respetado.
El marqués se acercó
en mi figura se recreó,
preguntando que quien era este zagal
y Vicenta le contesto
un chico muy formal,
pues conozco de donde desciende,
y son gente que, rápido aprende.
JAUME ALEGRE LASTERRA -Barcelona-
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