Huele a nostalgia,
y me quedo quieto.
Que no se distraiga el corazón,
que no vuele ni un sonido
mientras mi alma se nutre
de agridulces sentimientos.
Respiro profundo,
y con mis ojos cerrados
intento mantener por un instante
lo cerca que llegué a sentirme de los sueños.
Vuelvo a abrir mis ojos,
y veo los ropajes de la desnudez
que vuelan amarillentas y anaranjadas,
dejando entumecidas ramas otoñadas.
Jimmy Salamanca -Chile-
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