Mirando para la tierra,
al cielo le sorprendía,
que las nubes en el río,
a sorbos, el agua bebían.
Desde la tierra miro
sorprendida hacía arriba,
lágrimas las nubes, sacudían.
Me dejo mojar por ellas
mis pálidas mejillas,
parecieran sus gotas
racimos de vida.
Mudo queda el verdor de los abetos,
callada la ribera, la lluvia,
nieve silenciosa de madrugada
siente celos al contemplar
toda su belleza, amante fría
que a ti me aproxima.
A través de las ramas
de la arboleda que es vida,
el sol asoma sus rayos
prendado de tanta hermosura.
Juana Campos Cortés
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