domingo, 25 de marzo de 2018

UN CHAGUA DE PELOS BRIOSOS


No sé cuándo perdí la melena,
pensé que era un león,
Sin embargo, no recuerdo cuándo.
Silenciosamente me fui haciendo pelón.

Una mañana me llegó en las manos,
un libro de la revolución Sandinista.
Escrito por el comandante Tomás Borge.
Lo leí y me quedé estupefacto.

Rescate esa frase relumbrante:
“La justicia es ciega, pero no sorda,
escucha el tintinar de las monedas
de los poderosos”.
Comprendí la corrupción despampanante.

Así continuamente acogí en mí ser
los libros que más me interesaron,
comprendí la realidad mancebo.
El tierno era yo,
en la inopia del placer.

Un día en la universidad,
alguien de mis compañeros que iba tras de mí,
argumentó: “ya estas quedando como espejo”
fue una palabra de necedad.
No entendía, que los libros devoraban mi pelo.

Que afán la mía de ahondarme en las lecturas,
en las letras cabales y las fulguradas,
desde El Caballo de Troya hasta 20 Poemas de Amor y
una Canción Desesperada.

Desde las profusas causas de la Revolución Mexicana,
con “Los de Abajo” hasta la “Segunda Muerte de la Revolución Méxicana”.
Y proseguí “Allá en el Río”, “Un mexicanos más” y “La fuga”.

¿Quién soy ahora sin una melena oscura?,
despejado de la cabeza,
como nido de pájaro que da el calor al polluelo.
Soy comunista de lectura
Y pelón de desconsuelo.

Después de un tiempo distante,
pasé mi mano sobre la cabeza,
descubrí que en el centro del universo,
está el conocimiento,
ahora mi cabeza es como Neptuno.

A pesar de la escasez de cabellera,
Soy un chagua de pelos briosos
De memoria ampliada
de barrio, de plebe y del pueblo.

Misael García Consuegra

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