HAGAMOS LA PAZ

Hacer la paz no es lo mismo que pugnar por ella.

Hagamos la paz desde nuestras trincheras, desde el tiempo y el espacio que la vida nos depare.

Hagamos la paz pugnando, sí, exigiendo sin descanso a los hombres de la guerra, a esos que llevan a sus pueblos al cadalso,
a esos que sin honor se juegan en una partida de ajedrez, en un partido de golf, o en una tarde de vinos,
el bienestar, la grandeza y la soberanía de sus pueblos.

Así como el bienestar de hombres y mujeres que pagan con sudor y lágrimas el pan que han de llevar a la mesa de sus hijos, que, mal comen, mal viven, mal visten y se mal educan debido a la miseria que trasgrede los más elementales derechos humanos a que todo individuo tiene derecho.

Exijámosles en nombre de la paz social y universal, el cumplimiento de las leyes y respeto a los derechos humanos.

Pero, existe otro tipo de paz.

Esa paz que debemos hacer en solidaridad con nuestros hermanos dentro de nuestras posibilidades.

Compartamos nuestra mesa, el pan y la sal dentro y fuera de nuestros hogares.
Hacer la paz según los preceptos del amor: es, “dar de comer al hambriento “, “dar de beber al sediento “, vestir al desnudo”, entre otros.

Para ello, enseñemos a nuestra mano izquierda a no enterarse de lo que hacemos con la derecha.
Enseñémonos a no sucumbir ante las circunstancias y apariencias.

Enseñemos a nuestra mente a no prejuzgar ni a ser mordaz.

Enseñémonos a ser autocríticos,
y a no ser ligeros prejuzgando.
Porque nadie tiene la suficiente calidad moral para fungir como jueces de los demás.

Hagamos la paz y no la guerra.

Enseñémonos a no destruir para escalar.
Una estrella brilla por sí sola.

Vivamos felices con lo que somos y tenemos,
Vivamos y dejemos a los demás vivir en paz.

Hagamos la paz y no la guerra, desde nuestra trinchera.

La paz se construye con La paz y las guerra con más guerras.
Tener paz y construir la paz es un mandato Divino,
y un derecho constitucional casi, en todos los pueblos del orbe.

Hortencia Aguilar Herrera -México-