sábado, 31 de marzo de 2018
¡ASÍ TE QUISE!
Fuiste cristal o mármol sobre mis años dorados. Te entregué el alma en cada impulso, asimilando ruidos, silbidos y muertes inconclusas. Callé para no ser un pálido retrato de tu casa, y ver cómo tu traición era mi mundo aparte, como una caricia en fuego convertida.
Así te quise, con mi piel tendida como un manto sobre piedras silentes, con mis huesos enteros partiéndose con cada estocada tuya. Así convertí mi cielo en una metáfora de cartón y barro seco, en una minúscula bóveda donde albergué tu cuerpo, tu canto y tu destierro.
Así te quise, desbordada y maliciosa. Así te anudé en mis dedos, sin prisa, con mi altar de flores secas, con tu rostro apretándome el corazón, con tu voz a media asta desvistiendo mis lamentos, y esa cruz con que sentenciabas al amor a jugar despierto su teatro de mentiras, mientras yo le suplicaba a tu cuerpo un último susurro para mi partida.
Esa ha sido mi suerte: amarte con todos tus despojos, con el rostro sin lavar por las mañanas, con el alma buscando qué ponerse para un otoño sin palabras.
Germán Rodríguez Aquino
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