martes, 2 de enero de 2018
LOS TRUHANES
¿Queréis saber quiénes son los culpables
los ladrones, los asesinos
que nos han metido en esta ciénaga
de corrupción, recortes sociales y crisis de trabajo?
No salgáis a buscarlos a la calle
Ni a las plazas de vuestras ciudades.
No pasean los domingos por el parque.
Están encerrados en sus condominios privados
protegidos por cipayos a sueldo
atrincherados tras los altos muros
de sus exclusivas residencias.
Poned la televisión…
¿Veis esos hombres de traje gris
sonrisa brillante de dentífrico
y media melena engominada
que acuden elegantes a las recepciones sociales,
almuerzan en los restaurantes de moda
y juegan al golf en Puerta de Hierro?
Son los mismos que
con la pose de estar adivinando el futuro
presiden las juntas de accionistas de las petroleras
las tecnológicas, las inmobiliarias
los fondos de inversiones y los bancos.
.
Los mismos que se dejan ver
sonrientes en el palco del estadio
entre grandes empresarios, banqueros, políticos
aristócratas conseguidores de la casa real
y constructores del pelotazo.
Los mismos que con una copa en la mano
asisten a las recepciones reales
entre artistas, políticos, deportistas y escritores del famoseo
para festejar el cumpleaños de un rey
impuesto por la dictadura
o de una constitución que ni ellos mismos respetan.
Los mismos que disfrutan
de un exquisito chalet minimalista
con obras de arte millonarias
de un potente coche alemán con los vidrios tintados
y de una joven esposa
modelo de portada de revistas del corazón
educada para llevar correctamente una conversación inane
y a la que solo un poeta loco y borracho como Chinasky
se atrevería a llamar puta.
Esos… esos son los truhanes
que dicen velar por una patria que creísteis vuestra
pero que solo es de ellos.
Que dicen saber lo que más os conviene
pero que han organizado todo
para robaros el presente que creíais tener
y el futuro que ya nunca será vuestro.
¿Hasta cuándo? …
¿Hasta cuándo vais a permitir esto?
Ya no es tiempo de lamentos
y demasiado tarde para ser pesimista.
Solo cabe acercar la cerilla al fuego.
Alberto López
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