Pobre osito blanco
su vientre se ha deshinchado.
Caen sus tripas de algodón.
¡Pronto, pronto! -dice el doctor-
a éste hay que operarlo
le pondremos un corazón
y, si no es posible,
un marcapasos.
¡Qué sabe el doctor
de ositos abandonados!
La niña que lo dejó
fue por otro osito blanco
que al tirarle de una cuerda
canta como por encanto
siempre la misma canción
como un lamento metálico.
Pobre osito abandonado,
velador de sueños infantiles,
ahora triste y desterrado.
ISIDORO IRROCA
No hay comentarios:
Publicar un comentario