Se me caían las lágrimas; veloces ellas, no dejaban de salir, no dejaban de salir. Querían robarme la calma, la ternura que existió y ahora se extinguía. No entiendo lo que leo, es decir: lo entiendo, pero no quiero hacerlo. Me niego a estallar en el vacío de esta tristeza, pero no me responde el cuerpo que sin desearlo sigue llorando. Imploro la calma que da estar despierta. No, no quiero la noche que aturde mis reproches, mis angustiadas pupilas. Todo comienza una y otra vez.
NADIA CHÍPULI -MEXICOARGENTINA-
Publicado en la revista Trinando 16
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