Y te busqué arrepentido,
muriéndome de sed por no tener tus besos,
sacudiendo los rincones de mis lamentos,
escudriñándome y culpando a mis sentidos del ayer.
Creyendo casi acariciar tu sombra
llegué a sentirme casi al lado de tu vida.
Y te encontré más de una vez,
y cada vez, veía en tus pupilas
el desentraño de mi nombre
y el abandono de mis caricias en tu alma.
Y de los temblores del manantial azul
del cielo de tu boca;
luceros palpadeantes en la noche clara quedan,
y tu risa incontrolada como un rayo,
vive solo en mis ojos cerrados,
una llama imperecedera
se desliza por mis dedos,
sólo olvido, sólo recuerdo.
Rafael Toni Badia
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