El esposo sonríe,
y adora a su amada,
ella está acostada,
también ella ríe.
La toma en sus brazos,
la aprieta a su pecho,
camina derecho,
cabeza en regazo.
La ama y lo canta:
"Te amo Princesa",
y luego la besa,
con alegría tanta.
La lleva a la silla,
que dos ruedas tiene,
ella se sostiene,
y abre la sombrilla.
Ella no camina,
a él no le importa,
ella se comporta,
es la más divina.
JUAN DAVID ROMERO -Colombia-
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