Caminas bajo un cielo que arde y llama.
Todo hoy es lejanía y cada paso
es tránsito al comienzo de otro fin.
Con tanta muerte a cuestas se consuma
la hora, condensada en un presente
erguido sobre tumbas de memoria.
La estrella que devana noche y día
te arrastra y tú, obediente, vuelto barro
recorres el camino de la sangre.
Las piedras todas lloran en silencio:
testigos indulgentes que en tu marcha
la voluntad del polvo ven cumplirse.
La tierra anochecida espera abierta
y todos tus finales hoy convergen
para iniciar el último comienzo.
Micaela Paredes -Chile-
Publicado en La Náusea
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