martes, 5 de septiembre de 2017

SORPRESAS DE LA VIDA...


Lo conocí cuando era una niña, y él un adolescente
de piel trigueña, ojos verdes y una sonrisa a medias.
Mientras yo jugaba con muñecas, él se abría paso al amor...
No me percaté de su existencia, hasta que cumplí 15 años;
las muñecas quedaron atrás dando paso a una adolescente
que con el paso del tiempo se convertiría en mujer.
Un día cualquiera de una estación del año que no recuerdo,
descubrí que lo empecé a mirar, y en cada mirada mi corazón
estallaba por sus acelerados latidos. Era la primera vez
que sentía un cambio en mi ser. Él ya casi un hombre de buen
porte y su varonil andar, despertó en mí un no se qué...
Un día saliendo de casa, él venía caminando por la calle,
nuestras miradas se cruzaron; en ese momento un estallido
aceleró mi corazón. Me impactaron sus ojos verdes, al mirarlo
fijo y sentir su mirada me ruboricé...
Un pequeño saludo, cada uno siguió su camino. Con el tiempo
sentimos una especial atracción que se convirtió en amor,
el cual durante años ocultamos hasta mi mayoría de edad.
Las horas pasaban mientras intercalábamos sueños, proyectos
y una promesa que de tanto en tanto nos la recordábamos
al despedirnos... Una tragedia aconteció en mi vida. Desde
entonces todo cambió, él siguió su camino, yo entraba tantas
veces en un hospital que perdí la cuenta de las intervenciones
que mi rostro padeció. Ya no era aquella adolescente llena de vida
y tantos sueños por cumplir...
Los siguientes años se tornaron tristes y un llanto silencioso
bajaba por mis mejillas lágrimas de tristeza, de dolor...
Supe que él se había casado, con el tiempo tuvo hijos. Pensar que nuestros sueños se vieron truncados por aquél accidente, alejándome de ese hombre
al cual amaba y en secreto mi corazón sufría por él...
Levanté los restos que quedaban de mí, continué viviendo como pude,
más no como lo deseaba, rodeada de amor en días de felicidad...

Alena Gaspar -Argentina-

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