jueves, 7 de septiembre de 2017

ME CUIDÉ DE VOLVER A LA CALLE FANTASMAL


Bajé del bus ante el espejo negro del lago, había
tibias estrellas y fresca hierba. Pegué mi cara
contra la muralla de alambre, vi la luna también,
lejos como mi corazón. Al amanecer, el sol tocaba
mis pies, años atrás en otra frontera había tocado
un sueño de cactus. Yo caminaba por el jirón Puno,
tenía una botella de pisco, atrás el Lago me enviaba
una nube. "Qué maravilla en el vientre del Titicaca,
niña querida", dije, pero en realidad lo había dicho
Gamaliel Churata en la esquina cuando lo vi,
sentado en una tienda bebiendo alcohol puro, eso
bebía, del Lago le habían enviado los Uros un pez
de oro. Yo doblaba entonces por el jirón Lima, así
como he doblado miles de esquinas y bebido miles
de botellas. Carlos Oquendo de Amat, me detuvo,
Miguel, dijo todo flaquito, cómprame este bono de
pre-publicación. ¿Cuánto?, le pregunté, diez soles.
Sus Cinco Metros también hablaban de mi niña
querida. Ella dormía en el fondo del Lago, ella no
sabía lo que sentía mi corazón ahora lejano y solo.
"Cargado de nubes, que más parecían formaciones pétreas,
babeaba el cielo con la salvaje urgencia y
la misma candidez de la bestia
que se dispone a amar, así, enrumbé al Lago. Cargado de lágrimas,
mi propio lago se iba sumergiendo en el otro Lago.
Cargado de lágrimas, todas las lágrimas del Perú,
todas las nubes que conté desde mi infancia, ahora
entraban en el Lago. Yo decía no llores, niña
querida, ¿no sabes que así me desesperas?

MIGUEL ILDEFONSO -Perú-
Publicado en Gaceta Virtual 125

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