Las piernas recogidas,
el pelo cansado,
distinta.
Ha dejado su temor junta al último café,
ahora goza mi presencia.
La semipenumbra
y los discos moviéndose en la madrugada,
permiten un espacio para el deslumbramiento.
Está sentada sobre el piso
y mira sin palabras
la esperma que deja en los mosaicos
la vela de la fortuna.
Escucha una canción de ángeles.
Goza en su cuerpo mi presencia.
La limpieza de su cutis y la lentitud de abril
me ofrecen en el espejo manchado
la otra cara de la luna
EDEL MORALES -Cuba-
Publicado en Gaceta Virtual 125
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