La tarde era pequeña como el beso de un niño,
no existían, de pronto, las respuestas
y en el vaso de agua
respiraban, exánimes, los peces del silencio.
La tarde era pequeña,
os lo juro,
aunque fueran las horas terriblemente idénticas
y el sol se derramara a las 10 menos cuarto.
La tarde era pequeña como un Oroz sin padre,
hoy, la vida
ha empezado a caber en cualquier sueño
LUIS OROZ
Publicado en Luz Cultural
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