Más pulidos que el mármol transparente,
más blancos que los blancos vellocinos,
se anudan los dos cuerpos femeninos
en un grupo escultórico y ardiente.
Ancas de cebra, escorzos de serpiente,
combas rotundas, senos colombinos,
una lumbre los labios purpurinos,
y las dos cabelleras un torrente.
En el vivo combate, los pezones
que se embisten, parece dos pitones
trabados en eróticas pendencias.
Y en medo de los muslos enlazados,
dos rosas de capullos inviolados
destilan y confunden sus esencias.
Efrén Rebolledo -México-
Publicado en Carta Lírica
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