Tenso por tu exuberancia- seductiva,
del calor-delirante de tu hermosura,
el encendidísimo fuego de tu mirada,
tan provocante de pasión y erotismo.
Es tu figura radiante de gran dulzura,
dichosa damisela flamígera y pulcra,
tanta divinidad femenina asombrosa.
¿Cómo no ser tu caballero-valedor?
Rociada de dicha y llena de ternura,
excelsa belleza de gran fulguración,
¡tú encandilas con gloria y encanto!
Tan dulce tus labios- ávidos de sed,
muy apasionante de alma- virtuosa,
brilla tu garbo como pétalo radiante.
Julio César Portella Medina -Perú-
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