Estatuas de arcilla las manos,
a kilómetros se percibe su olor.
De escarpados caminos
me llega el recuerdo que
inquietante se mueve
en aguas claras,
que blancas no pudieron ser.
Bailan los demonios
que visten de seda,
se contorsionan y
ambivalentes
muestran sonrisas y garras.
La lujuria se llama tu piel y tus pies,
tus pies se enredan, aprietan,
apagan las quejas,
el silencio se vuelve misterio.
Laura Hernández
Compartido por Gildardo Carrión
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