sábado, 29 de julio de 2017
DESDE EL ÓRBIGO AL LETEO
Bebo en las espumas oscuras del Leteo,
para dejar inocua a la memoria.
Lavo en él los pasos desaprendidos,
para que mi barro dúctil, vuelva a su inicio.
En este sueño acuoso, viajo por el infinito.
Yo, que he sido niña de río, del Órbigo,
me alegra que sean mi fin, las purificadoras aguas
de otro río, el que cruza la morada de los muertos.
Así, en mi cómoda mortaja de algas y escamas,
respiraré por los arcanos que me llevan y me traen,
en el viaje del último aprendizaje.
En el último viaje de placer,
acolchada por las ninfas del Órbigo
hasta desembocar en el Leteo,
lavaré mi memoria con jabón de sueños.
Quiero llegar límpida al otro lado,
para rehacer el viaje de vuelta a la vida,
como si no hubiera sido nunca piedra,
ni mar, ni árbol. Como si nunca
hubiera estado en este atajo de átomos,
que ahora sustentan la senda
hacia las colinas de Hades,
donde desemboca el Leteo.
Donde desemboca el último grito
del ser que aún no ha conocido el sol.
Se me disipan las retinas,
ya caracolas de agua dulce,
y se tornan raíces,
donde el viento pueda descansar.
La paz me envuelve, besa mis abismos,
me deposita en las olas dulces del río.
Ya soy nada, nada, nada.
Ya soy todo, todo, todo.
Manuela Bodas Puente (Veguellina de Órbigo, León)
Publicado en la revista Aldaba 33
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