viernes, 30 de junio de 2017
A UNA HERMOSA
Hermosa y bella que en mis sueños miro
quiero pulsar mi lira abandonada
para decirte que por ti suspiro,
¡Qué eres luz de mi alma enamorada!
Quiero que lleguen dulces a tu oído,
porque ellas son sinceras y sentidas:
son las íntimas ternuras que han vivido
hace tiempo en mi pecho adormecidas.
¿No sabes que en mis horas de tristeza,
para ahuyentar las sombras de mi mente,
evoco tu recuerdo, y la aspereza
de mi vivir, olvido de repente?
¡Oh, si supieras cuanto te adoro!
¡Cuánto es el fuego que en mi pecho arde,
que por ti sufro y sin consuelo llamo
a las últimas luces de la tarde!
Así también cuando la aurora asoma
por el azul y sonrosado oriente,
te pienso más si aspiro el suave aroma
de alguna rosa del jardín luciente.
Porque eres tú la rosa más fragante,
cuyo perfume mi alma embriaga;
por ti palpita mi corazón de amante,
y nada el fuego de mi amor apaga.
ABEL RIVERA RAMOS
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