domingo, 28 de mayo de 2017
EL SIGLO
Siglo mío, fiera mía, ¿quién podrá
contemplar en tus pupilas
y pegar con sangre propia
las vértebras de dos centurias?
Chorrea sangre-constructora
de los objetos terrenales
sólo el zángano estremece
ante el umbral del porvenir.
Mientras la criatura viva,
con la espina ha de cargar.
Y con la invisible columna
vertebral una ola juega.
Tierno cartílago de niño,
la era infantil de la tierra.
Otra vez, cordero al sacrificio,
se ofrece el cráneo de la vida.
Para liberar al siglo del cautiverio,
para comenzar un nuevo mundo,
las rodillas de días anudados
con una flauta se han de unir.
Es el siglo que agita la ola
de las penas de los hombres,
y en la hierba silba una serpiente
la talla dorada del siglo.
Florecerán de nuevo los retoños
y brotará también la hierba
pero se romperá tu columna,
¡mi bello y lamentable siglo!
Y sonriendo sin sentido
miras de espalda, cruel y débil,
como fiera, antaño ágil,
las huellas de tus propios pasos.
Chorrea sangre-constructora
de los objetos terrenales
y salpica, pez ardiente,
el cartílago a la orilla del mar.
Desde las altas jaulas de las aves
hasta la profundidad azul
se vierte indiferencia
hacia tu herida mortal.
Ósip Emílievich Mandelshtam -Ruso- Traducción de Diego Ibáñez
Publicado en Periódico de poesía 98
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