miércoles, 31 de mayo de 2017
ALLÍ QUEDARON UNOS OJOS, POR NO PERDER EL TREN...!
Yo era aún un muchacho cuando vi por primera vez el tren...
aquella mole interminable de hierros herrumbrosos
rodando sobre dos líneas paralelas sin principio ni fin;
y un ruidoso y humoso armatoste que iba en cabeza dando silbidos...
Yo era apenas un chiquillo
con mi cabeza llena de ilusiones y fantasías...
de cuentos de dragones que echaban humo
y escupían grandes bocanadas de fuego por sus fauces...
Otros muchachos mayores y más avispados,
me explicaban a su manera y con mil fantasías,
el origen y desarrollo de aquello que para mí era
un temido y a la vez curioso monstruo...
Cuando se acercaba le poníamos una pequeña moneda
de cinco céntimos sobre aquellos, que más tarde supe
que le llamaban rieles y nos escondíamos asustados...
cuando ya estaba bien lejos volvíamos a recuperar nuestra moneda...
¡oh, que sorpresa... se había hecho inmensa...!
También me convencieron que debía subir a este
tremendo artefacto, desde Parchite a Ronda a ver el cine...
otra cosa nueva en mi inexperiencia... yo creo que fui todo el camino
con la boca abierta... pero lo más importante estaba aún por llegar...
y fue cuando se introdujo por debajo de la tierra...
Cuando eres niño; la tierra siempre es plana...
en aquella estación se quedaron los ojos de una niña
que jamas he olvidado... por no perder el tren...!
RAFAEL CHACÓN MARTEL
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