El abandono era la guarida,
el terreno abonado,
el perfume que no sabía a nada,
el pálido renacer de las madrugadas,
el vago respirar,
las sábanas tendidas,
el cuerpo desangrado en otras vidas,
el salteador de caminos,
la guarida era el abandono.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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