domingo, 30 de abril de 2017
EN TI... ENCONTRÉ MI INSPIRACIÓN...
¿En qué instante se encendió la chispa en nuestros corazones… en nuestras almas ?
Es que eres humana… y sé que aunque no lo quisieras… tu sonrisa provocó otra sonrisa en mí…
Nos miramos… directamente a los ojos… sin dejar de sonreír… te sentí… como nunca antes… plena mujer… pura sensibilidad… logré que tu racionalidad se hiciera trizas…
¿Una simple mirada… puede generar una nueva dimensión existencial ? Parece que sí…
Una sonrisa… un contacto espontáneo… natural… no contaminado…
Debajo de todas las capas defensivas que construiste para protegerte… de la dignidad que es juzgada por aquellos que no entienden a dos almas sensibles que se encuentran…
Más allá de nuestros títulos… estatus… necesidades… ¡qué importa que nos vean de tal o cual manera! Es que por debajo de todo eso… sigue estando… auténtico y esencial… lo que somos…
No busquemos razones… no pretendas explicaciones… para entender esta pasión tan visceral…
No me asusta llamarte «alma gemela», sin dudas esa parte de ti… y esa parte de mí… se reconocieron… la una a la otra…
No podría sentir odio… ni envidia... ni miedo… ¿Cómo explicar ese momento mágico en que dos almas se reconocen?
He tenido pocos momentos como ése… Como enamorarse… cuando sonreímos sin motivos…simplemente al evocarnos… Cuando se derriban las barreras defensivas… y la sonrisa brota de forma auténtica… y sin engaños… acariciando los corazones...
Y cuando sientes que mi voz es una brisa que acaricia tus labios... y tú te dejas llevar...
Y al calor de mis brazos... te entregarás… dulce y apasionadamente...
Y sabrás que nada te asustará…. en el refugio de mi abrazo… y dalo por seguro…
Que en los momentos que estés sin mí… tu piel te quemará…
Que no tendrás el valor de no pensar en mí… y yo… de no pensar en ti…
Por eso… aquí te regalo este poema de amor… que al leerlo… sentirás…
Como en cada atardecer… el cielo empieza a arder en tu corazón…
Y cuando llegue la noche… me reflejaré en tu mirada… en tu imagen serena…
Dibujaré mil caricias… y otros tantos «te quiero» y así nuestros cuerpos…
quedarán aferrados… para intentar frenar el final de estos versos…
Jorge Daniel Perez
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