Desentierra
una rayuela,
vestigio de infancias infinitas.
Se la arrebata
a la tierra y a la hierba
sobre las que la rayuela era imposible.
Las hormigas y el
tiempo
han legado un
cielo impecable.
Rayuela, dice,
los ojos grandes,
las manos sucias.
Marcelo Juan Valenti -Argentina-
Publicado en el blog elescribidor
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