sábado, 4 de marzo de 2017
VEJEZ CHILENA
Todo lo que falta es parte de la felicidad,
en un país de oportunidades.
Su primera hembra fue una dálmata
que no nació en Europa
Es cierto, tenía tez blanca
pero con manchas negras y lengua.
Siempre pensó que llevar una bitácora
no valía la pena, un privilegio entre las manos sucias
el gran tumor benigno.
Mejor conservar las cosas en las manchas del mantel
y en sus quemaduras
Las quemaduras conservan mejor los días.
Todo sucede a la vuelta de la esquina
Primero pasa a la vuelta de la esquina
y a su tiempo, hay que contar casi hasta cien
y salir a buscar
Como esa carga de escombros
afuera de la casa en remodelación
Donde no basta con expulsarlos
Hay que pagar para que se los lleven.
El armisticio es siempre rotundo y desechable
Es ver a todo un ejército joven rendirse
entre las ruinas escarchadas de una ciudad enemiga
Un intercambio de banderines y regalos
que se devuelven con violencia
a su verdadero dueño
buscando un puesto más favorable
desde dónde negociar
un lugar cómodo entre los colores del arco iris
que se forma
en la última lágrima, justo antes de caer
mirando este sol de invierno
bailando en medio de un desierto lleno de amigos.
Él siempre decidió con los órganos.
Sentado en el living de esa casa no ve pasar a nadie.
Es sólo un amnésico crónico con pasado
que no lleva nada en los bolsillos que valga
Sólo la condena a olvidarlo todo
y ser olvidado.
Afuera el viento mueve las nubes
Parece cambio de estación
Su primera hembra fue una perra dálmata, tenía lengua
Alguien lo dijo, quién lo dijo
De qué hablábamos.
Víctor Hugo Díaz -Chile-
Publicado en suplemento de Realidades y Ficciones 71
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