domingo, 5 de marzo de 2017
MIRADA DE AÑO NUEVO
“Y amanecí otra vez entre mis vasos”, celebrando el año que se abre como signo tatuado en el quinqué, con el rostro abotagado en el velorio de los días marchitos, pero éstos ojos en permanente alba. Planes. Los sueños y proyectos del año recién ido quedaron en la ceniza del último cigarro de esa tan larga noche cuyo eslabonamiento no recuerdo o apenas centelleo: niebla, uvas pasadas, caras turbias, golpes de medio pelo (puesto que aún sigues en relativo dominio de tu cuerpo, de tu vida), la mujer palpitante que te birló sus encantos justo en la suerte de la lúbrica definición, el enorme poema que iría más allá de tus maestros, la familia perfecta, la ira contenida hasta lo heroico cuyo premio sería al fin la santidad: letras que se desgranan de lo eterno y llegan mansas a tu página, a decirte que sí, que estás en el umbral de tu expresión, pero habrás de acceder a su interior mullido y resonante sólo con esa llave: disciplina.
¡Carajo!, despunta el año apenas y ya empezó a joder con lo de siempre.
De Postales sin envío de Edgard Cardoza
Publicado en Agitadoras revista cultural 81
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