viernes, 3 de marzo de 2017
ÉL EN SUS MADRIGALES LA LLAMABA ALONDRA CANTARINA
De las tantísimas tardes
que paso de soledad y hastío;
¡oh amor, tardes como tantas!
mi alma bajo los cocoteros
era un río que no tenía
un pobre juncal en su rivera;
¡Oh mundo ingrato, sin siquiera
un pájaro que me saque con su trino
de mis quimeras de azogue de cristal;
¡oh mi alma en sus quiméricos desvaríos
perdido por la orillas de los solitarios ríos,
que se pierdan en un bostezo
sordo entre la pluma y el papel!
Quiere el poeta entre soñolencias
y desperezos que acudan en su auxilio
las musas perezosas, que vengan
cargadas de metáforas y prosas
para de alguna forma
el papel en blanco llenar
con legibles o en su caso emborronar....
Y una tarde: ¿como tantas? al aspirar
una rosa de su cercano rosal;
brotaron unos ojos de miel
que él en sus madrigales llamaba su alondra cantarina...
Rafael Chacon Martel.
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